El objetivo de la retroalimentación formativa:
El CNEB1 señala que “la retroalimentación consiste en
devolver al estudiante información que describa sus logros o progresos en
relación con los niveles esperados para cada competencia. Esta información le
permite comparar lo que debió hacer y lo que intentó lograr con lo que
efectivamente hizo. Además, debe basarse en criterios claros y compartidos,
ofrecer modelos de trabajo o procedimientos para que el estudiante revise o
corrija”.
Así también, el
CNEB señala que “la retroalimentación
permite a los docentes prestar más atención a los procedimientos que emplean
los estudiantes para ejecutar una tarea, las dificultades y avances que
presentan. Con esta información pueden ajustar sus estrategias de enseñanza
para satisfacer las necesidades identificadas en los estudiantes y diseñar
nuevas situaciones significativas, replantear sus estrategias, corregir su
metodología, replantear la manera de relacionarse con sus estudiantes, saber
qué debe enfatizar y cómo, entre otros, de modo que permita acortar la brecha
entre el nivel actual del estudiante y el nivel esperado”. (Ministerio de
Educación 2016, p 181)
Así, según el Diseño Curricular de la Educación Básica la
retroalimentación que moviliza es la que es compartida con los estudiantes. La
retroalimentación de la enseñanza también es relevante y debe realizarse en
coordinación con lo anterior. Sin
embargo, en esta oportunidad, nos centraremos en la retroalimentación a los
estudiantes.
El objetivo de la retroalimentación, en el marco de la
evaluación formativa, es ayudar al
estudiante a comprender sus modos de aprender, a valorar sus procesos y
resultados y a autorregular su aprendizaje. En ese sentido, la
retroalimentación contribuye a la construcción de autonomía a través de
procesos de reflexión que motiva a los estudiantes a resolver problemas, crear
nuevas producciones, replantear sus trabajos, aprender a identificar sus
estrategias de aprendizaje, identificar sus logros y necesidades, así como
desarrollar de manera consciente una autoevaluación de lo que aprende y cómo
aprende.
Según varios estudios, para ser efectiva la
retroalimentación tiene que cumplir con ciertos requisitos o características
particulares (Tunstall y Gipps, 1996; Black y William, 1998; Shute, 2008;
Hattie, 2009). Para ser efectiva, la retroalimentación formativa debe ser descriptiva.
Su objetivo tiene que estar puesto en señalar las fortalezas y debilidades
observadas en los trabajos de los estudiantes a fin de identificar o construir
con ellos los próximos pasos a realizar para seguir progresando aún más. Esta
característica descriptiva y específica se contrapone a la retroalimentación
más tradicional cuyo centro es la corrección de las repuestas y tareas
encomendadas y el comportamiento de los alumnos (y no el análisis del trabajo o
producto realizado). La retroalimentación formativa debe apoyar el proceso de
aprendizaje y para ello debe ser constructiva, oportunamente comunicada,
siempre creíble y genuina.